Se nos ocurrió utilizar el transporte público para ir a Tarragona.
Al subir al tren nos nos encontramos que los carritos de bebés se pueden dejar en un vagón aparte… el problema es que la puerta era tan estrecha que no cabía el carrito (ni creo que quepa una silla de ruedas) y no pudimos entrar.
Tampoco se podía pasar por el pasillo (estrecho y con maletas por todos lados). Al final el carrito del bebé quedó «aparcado» donde pudimos.