Los días que llueve, el Carrer de Blai se convierte en una pista de patinaje inprovisada, donde los niños se lo pasan bien pero la gente mayor (y no tan mayor) se dan cada tortazo, que no entiendo como no se ha matado alguien aún.
Los días que llueve, el Carrer de Blai se convierte en una pista de patinaje inprovisada, donde los niños se lo pasan bien pero la gente mayor (y no tan mayor) se dan cada tortazo, que no entiendo como no se ha matado alguien aún.